Épocas
En 1942 tres chiquilines suben a un árbol y les lleva toda la tarde tratar de llegar a unos duraznos exquisitos guarecidos en la rama más lejana. Triunfan en la epopeya (después de interminables estrategias) y tendrán el resto de la vida para recordar la anécdota a riesgo de aburrir a sus familiares y conocidos. En 2015 el mismo árbol ve venir a tres pequeños y estira a más no poder la rama difícil, para sellar otra amistad de antología. Pero esta vez los niños pasan de largo, distraídos por un ruido lejano. El duraznero entonces se retrae y llora -tímidamente- su duelo de tiempos modernos.
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