Viento
El otoño se asoma otra vez, inspira a decenas de
escritores, que hasta hace unos días no tenían mucho para decir, y le da
pie a Tomás para enhebrar esa historia que sabe que enamorará a
Cecilia.
La garabatea en medio de la nostalgia de hojas secas y
amarillas y corre a esperarla a la parada del micro, con mucho frío y la
nariz roja que sobresale de la bufanda.
Cecilia llega como desentendida, se llevan su mirada los árboles añosos y ocres.
De repente se encuentran y seguramente el clima de inspiración y el
romance latente en la atmósfera los ayuda a que -sin mayores vueltas- él
le entregue el papel escrito y ella se suba al micro con curiosidad y
algo de vergüenza.
Las primeras hojas caen. Él ya vuelve a su casa,
esperando con timidez alguna respuesta. Pero algunos metros más allá el
papel disimuladamente cae también de la ventanilla del micro, que
presurosa se cierra.
Ahora el otoño los ve alejarse, con esa tristeza que lleva a todos lados.
Anochece. El viento se lleva las hojas y los papeles por igual.
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