viernes, 18 de septiembre de 2015

Contraseña

Vos sabés de sobra que ni el cumpleaños, ni tu documento, y menos algún número capicúa o escalerita para poder recordar con facilidad. Te lo han repetido mil veces en el banco pero sos porfiado y confiás demasiado poco en tu memoria, entonces caés en lo inevitable y le ponés la misma serie de letras y números a todo lo que se te cruce, porque sabés que es la única manera de retener tantas decenas de contraseñas insoportables, que juegan con tus nervios y tu fragilidad cada vez que empezás a tipear, porque no te acordás si la cambiaste, si justo ésa no era, si hace poco la máquina te pidió una nueva... Y así pasa el tiempo, y vos muy seguro de esa serie combinada hasta que un día ocurre, empezás con tu cumpleaños más tus iniciales al revés, esa secuencia que siempre funciona y que se grabó en tu memoria a fuego, pero una y otra vez la máquina te devuelve el mensaje de error y en un momento casi absurdo repasás mentalmente el día en que naciste y tu nombre completo, y la marcás por décima vez hasta que estallás en furia y querés romper todo, y el mundo se te viene abajo y pensás que el grito que salió de tu garganta jamás fue tan ronco y notás que las manos con que escribiste una y otra vez tus datos no son quizás las manos de siempre y enmudecido corrés al primer espejo y te encontrás con otra cara que te mira aterrada y entendés entonces que el cumpleaños y las iniciales no son las correctas, y la gélida indiferencia de tu novia los últimos días hace juego con el destrato de tu familia y tus amigos, y te quedás ahí, paralizado frente a la máquina tratando de recrear la maldita vida que corresponde a la contraseña.

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