Azar
La ciudad es grande, aunque no lo suficiente como para que ella y él no se hayan encontrado jamás. Ni en una esquina, ni esperando el colectivo, ni en el mercado. Viven a tres cuadras y llevan varias décadas en la misma zona, pero jamás se han cruzado. Más de una vez estuvieron a punto y fue cosa de segundos. Pero él miraba accidentalmente para otro lado o ella decidía cambiar de cuadra. Jamás en veinte años. El universo sabe que de haberse conocido el impacto mutuo hubiera sido irresistible. Pero no ocurrió, el destino nada puede hacer y se rinde. Y el azar -como siempre- juega sus dados cargados de malicia, ofreciéndoles apenas una vida gris, sin encuentros peligrosos ni mayores sobresaltos.
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