Ruidos
Un llavero cae en la espera de la cola del cine. El episodio se pierde en la infinidad de ruidos modernos. El dueño apenas le dedica un movimiento de manos y cierta inclinación de espalda para recuperarlo. Pero los objetos saben que ha ocurrido mucho más que éso. Podrían describir al detalle porqué ese instante de distracción en verdad impidió que él la viera pasar y que unos minutos después sus vidas cambiaran para siempre. Sin embargo el milenario pacto de silencio entre las cosas se mantiene estoico, por lo que no hay explicación, ni aviso, ni nada.
El tipo ahora mete el llavero en el bolsillo mientras mira el reloj, que nunca avanza, y se queja de su tediosa vida. A lo lejos, un cuadro imperceptiblemente llora.
El azar me ha hecho llegar a su blog, de cuya existencia no tenía conocimiento. Un hombre reservado, como dice Boogie.
ResponderEliminarEl viejo asegura que la amistad puede prescindir de la confidencia, y para ilustrar esta sentencia cuenta que se enteró muchos años más tarde que un amigo suyo se había casado, porque éste no había querido importunarlo con un hecho tan personal.
Me alegra contar con ese tipo de amistades, alejadas de la efusividad y la risotada.Si de una forma parca y sobria se pueden expresar las mismas cosas sin correr el riesgo de asemejar un primate enloquecido, la economía aconseja adoptar esas maneras.
Siguiendo esta máxima, dejo el comentario favorable hacia sus textos para un encuentro personal.