jueves, 2 de marzo de 2017

Misión

Fue justo en el segundo pasillo de la librería, lo recuerdo bien. Me preocupaba mi extrema falta de sociabilidad y parecía un niño huyendo de los empleados que cada tanto preguntaban "¿necesita algo?". Los odiaba... los sentía cerca y me alejaba incluso hasta algún anaquel de libros que no me interesaban con tal de que no me anduvieran molestando con esa recurrente pregunta. Pero un pelirrojo entrado en años parecía insistente y por un momento pensé que verdaderamente me estaba siguiendo. Con elegancia fui cambiando de pasillo en pasillo hasta llegar a las zonas más absurdas de la librería, pero el tipo parecía decidido a seguirme para ofrecerme su falsa hospitalidad comercial con la pregunta de rigor.
Lo perdí de vista y pensé ganada la batalla, aunque luego de unos minutos me cansé y con evidente malhumor decidí volver a los libros que realmente me interesaban aún a riesgo de ser interceptado por él o cualquier otro. Pero al llegar lo encontré obstaculizando todo el pasillo mientras aparentemente leía un tomo de tapas azules. Desconfié, pero decidí permanecer en el extremo de esa sección hasta que el hombre se fuera. Pasaron los minutos y de reojo descubrí un par de viejos tomos semi escondidos. Sin mejor cosa que hacer tomé uno con desgano y al rato, para mi sorpresa, sus relatos me habían atrapado. Me olvidé del hombre que me perseguía y de los demás empleados. Me supe un privilegiado al poder esconderme nuevamente en una trama y aislarme así del mundo. Sin duda fue el tercer cuento el que más me intrigó. Me pareció muy bien llevado y con una prosa exquisita. Narraba la vida de un personaje rebelde que, cansado de sus mismas líneas de siempre, se había escapado del autor que le dio vida y viajaba de libro en libro mutando sus diálogos y características según lo reclamara cada historia. Era apasionante, irreverente y por momentos cómico. Aunque no me causó tanta gracia cuando justo en el último párrafo, imprevistamente, advertí que perseguía un cliente huraño por todos los pasillos de una vieja librería hasta lograr que leyera el libro que había elegido para él, metiéndolo así en su trama para siempre.

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