martes, 13 de diciembre de 2016

Inspiración

Anochecía. Llegó por las escaleras transpirando y desesperado. Cada segundo contaba. Desparramó en su escritorio hojas en blanco y algunos personajes al azar (dos hombres y una mujer al principio, luego otro hombre), garabateó varios párrafos y trató de hilar diálogos más o menos coherentes. Pero la trama se caía a pedazos, la inspiración no llegaba y el plazo acordado terminaba fatalmente. Lo inevitable sucedió: hubo boicot de personajes, decepcionados y agrupados en un rincón de la hoja. Le exigieron más seriedad. El escritor –inteligente- adujo estar siendo a su vez escrito. Ahora, entre todos, me miran.