lunes, 9 de noviembre de 2015

Origami

Usted agarre un día cualquiera y dóblelo bien por la mitad. Luego lo despliega y hace un pequeño doblez en los bordes más lejanos, cerca de la cena y el desayuno. Cuando lo tiene bien marcado hace un triángulo, tal como muestra la figura, de modo que le quede en la punta superior sus deseos y fantasías más delirantes. En la base, si ha seguido bien estas instrucciones, aparecerán sus obligaciones, horarios y trámites infinitos. Vuelva a replegarlo de modo que cualquier momento cotidiano y aburrido se toque al azar con alguna de sus locuras más inconfesables. Si todo sale bien la existencia de repente tendrá un gusto a picante digno de saborerar. Advertirá, eso sí, que el triángulo intenta todo el tiempo-naturalmente- volver a su forma original. Entonces viene quizás la parte más terrible: y es que usted y sólo usted sabe cómo, dónde y cuándo empezar a doblar sus días.

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