lunes, 25 de enero de 2016

Testigo

El accidente es inevitable. Vos estás en la esquina donde en minutos todo será horror y ambulancias. Sabés que van a impactar, y que no tenés tiempo ni para incorporarte. Mirás en un instante ínfimo los protagonistas del futuro desastre. No podés creer que en el auto viejo venga una familia entera y que el de la camioneta corra a tanta velocidad. Es plena siesta, nadie en las calles. Vas y venís del futuro, te ves ayudando en medio de los llantos y los fierros calientes, pero no servirá de nada. Leés los diarios al día siguiente, te sabés traumado por el resto de tus días. Quizás hasta te encuentres alguna vez con una de las nenas que ayudaste a sacar por la ventana, ya no importa. Ahora sólo sos dos ojos semi dormidos y un cuerpo cansado por el sol, sobre el césped, en la plaza, viendo llegar a la última esquina de su vida a esos que ahora son apenas un trozo del destino.

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