sábado, 2 de julio de 2016

Distancia

En el segundo bolsillo de un maletín gastado (en las afueras de Dublín) reposa un mensaje milenario que jamás llegó a destino. Por arriba, por abajo y por los costados de ese viejo attaché pasa hace muchos años la mundana realidad, indiferente.
No está a más de tres metros de la calle. Si uno mira bien por la ventana húmeda alcanza a ver un vértice del maletín sin problemas, aunque aplastado debajo de una serie de libros con los cuales no tiene relación alguna y que parece que están ahí para despistar.
El lugar exacto donde descansa el mensaje le fue revelado durante generaciones a muy pocas personas. El único que queda con vida sabe que tiene que ir a buscarlo y hacérselo llegar al hombre que hará con eso una impensada revolución, escribiendo el libro más notable de los últimos tiempos.
Pero quien guarda el secreto vive a muchos miles de kilómetros de ahí y está hace semanas convaleciendo. Jamás dijo nada en su familia. Sólo confía en una nieta, que hace poco entró a la universidad y con quien ha perdido contacto desde el día que lo internaron.
Desconoce, claro, que en poco tiempo una empresa de mudanzas de Dublín limpiará todo el lugar y el maletín -probablemente- termine en un basurero.
El escritor destinado a ese encuentro milagroso, que sin siquiera saberlo vive a pocos kilómetros de la casa, pasa por momentos de inspiración inéditos, pero intuye que aún le falta una idea central para volcar en las interminables hojas blancas.
Esta tarde, para distraerse, ha aceptado la invitación de un amigo y juntos van a ver a un viejo compañero del colegio. Pasan la tarde en medio de vinos, anécdotas y recuerdos cargados de nostalgia.
Dan las siete. Un enorme camión de una empresa de mudanzas se acerca y ellos curiosean por la ventana. Es para la casa de la esquina, -dice el anfitrión- que está abandonada desde hace un tiempo. Siguen, sin darle importancia al asunto, y mientras los primeros bultos se van de allí se detiene para siempre el corazón del que a miles de kilómetros guardaba el secreto. La humanidad sigue, desde ese momento rutinario y atroz, su destino gris.
Mañana quizás se enteren del deceso los vecinos y le avisaran también a la nieta, que por estos meses vive avocada a sus estudios, y que tanto extraña al abuelo a veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario