lunes, 14 de diciembre de 2015

GPS

Instalo por fin el bendito aparato en el auto y luego de un rato -y de maravillarme con los resultados- le pido que me deje en la primera infancia, cerca de los mejores recuerdos posibles. No tardo en aparecer en las ramas de un limonero en una de esas tardes eternas que sólo se interrumpían con el grito materno para ir a cenar. Se me escapa una lágrima y fijo el nuevo destino: la primera ruptura amorosa. Adivino un perfil morocho y ciertos ojos inolvidables que me vuelven a doler. Y así me lleva el gps por los recuerdos más insólitos. Después de innumerables destinos llego cansado a la noche y decido volver a este presente gris de obligaciones y cuentas por pagar. Pero creo que no le he dado bien las coordenadas. Aparezco en un tiempo y un cuerpo levemente extraños. Reviso el aparato pero no sirve de mucho. Me resigno entonces a este nuevo ser y me asomo con cierto temor a los aromas de la cocina y el ruido de ollas que suenan a pocos metros. Un bello perfil sinuoso aparece entre el vapor y los gritos de los chicos. Disimulo una contenida alegría. Ofrezco mi ayuda para poner la mesa y celebro un pollo asado que, sin mucho esfuerzo, adivinan mis sentidos. Lindo aparatito el gps, después de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario