Él
Ya pagaron la fianza, pero debe haber algún error.
Ahora estoy esperando en la estación de trenes. Hace mucho frío. Me imagino que iré a casa de mis tíos en el Chaco, y debo calcular bien los gastos, porque estoy con muy pocos ahorros.
Preferiría no pensar en nada.
Cada segundo que pasa, menos lo creo..., aunque a veces también dudo de mí mismo.
Invariablemente repaso todo desde el principio, para encontrarle a todo esto algún sentido.
Empezó hace dos semanas, cuando volví por la noche de la facultad.
Entré a casa, como siempre, y lo vi. Pensé que era algún amigo de mi hermano, y lo saludé cordialmente. Pareció incomodarse, pero devolvió mi saludo con un ademán suave. Tenía una bufanda marrón y un sobretodo negro, y no pude distinguir bien su cara. Eramos bastante parecidos en tamaño y altura.
La cena fue bastante incómoda. Todos estábamos un poco distantes por aquella nueva presencia en la casa, y preferí no hacer preguntas.
Luego de un rato de televisión, me fui a dormir.
Sus maletas estaban en mi cuarto y nuevamente opté por no hacer preguntas. Me puse a leer un rato; unos momentos más tarde entró mi madre con él a la pieza. Me molestó que no golpeara la puerta, como siempre hacía, pero tampoco dije nada.
- Será sólo por unos días...- dijo, aunque no supe bien a quién le hablaba.
- Perfecto- contestó él, sin darme tiempo a nada.
Di vuelta hacia el lado de la pared, y tapándome con las frazadas me dormí.
Había en su comportamiento cierta confianza desde el principio, pero todos en casa parecían sentirse a gusto con él. Esa noche preferí quedarme a dormir en lo de un amigo, y no avisar nada en mi casa. Pensé que de ese modo se preocuparían un poco más por mí.
Mi amigo pasaría ese fin de semana largo en su estancia en las afueras y decidí irme con él unos días.
La estadía en la estancia se prolongó un tiempo, y eso fue mejor para mí. Cada tanto hablaba a casa, pero al cortar invariablemente sentía una sensación extraña, como de distancia en el trato.
Pero preferí no pensar en eso. Me aliviaba mucho saber que sólo sería por unos días, y que en poco tiempo todo volvería a la normalidad en mi hogar.
Pasaron cinco días, y volví.
Habían cambiado la cerradura; eso me fastidió bastante. Toqué varias veces el timbre, y vi a mi hermano hablando por teléfono a través de la ventana. Preferí esperar a que terminara, porque supuse que si no interrumpía su charla para abrirme, sería seguramente por algo importante.
Siguió hablando, y cada tanto me miraba.
Le hice una seña para que me abriera, pero parecía no notarlo.
- Vamos, déje de molestar...- me dijo el oficial de policía tomándome del brazo- ya tenemos varias denuncias de esta casa.
- ¿Qué pasa...?- le pregunté, tratando de zafarme.
El agente me apretó con más fuerza, y miró a su ayudante como dándole una orden. El otro abrió la puerta de atrás del patrullero y entre los dos me obligaron a entrar, sin darme explicaciones. Por alguna estúpida razón no dije nada, y opté por llegar a la seccional para aclarar todo.
- Es éste ?- preguntó el agente a mis padres, que esperaban en la seccional.
- Sí...- contestó seriamente mi padre.
Mamá estaba como shockeada por toda esa situación. Yo, en cambio, ya estaba más tranquilo y sonreía aliviado, porque era evidente que todo se solucionaría en instantes.
Permanecí en silencio.
Me trasladaron a una celda cercana, y hasta me pareció divertido, porque yo nunca había estado en una.
Desde ahí pude escuchar el relato de mi madre, ya un poco más tranquila, al oficial que le tomaba declaración:
- "...y de repente apareció en nuestra casa. Al principio, por consejo de la policía, lo tratamos como si nada ocurriera, porque corríamos el riesgo de que fuera un sicópata..."
" Claro,-pensaba yo en la celda-, el tipo estaba loco... Mis viejos actuaron muy bien... prefirieron no decirnos nada para no crear pánico en casa"
Mamá continuó explicando:
- " Unos días después, repentinamente se fue a una estancia, y ahí decidimos cambiar la cerradura. Bueno...el resto usted ya lo conoce."
Alguien pagó la indemnización, y pude salir.
He intentado volver a casa, pero en la puerta hay un patrullero de la policía, custodiando todo el tiempo.
Ahora estoy acá, en la estación de trenes. Me voy al Chaco, a casa de unos tíos.
La verdad es que estoy preocupado...
Debe haber algún error.
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