viernes, 11 de abril de 2014

Inercia

La maldita página en blanco sigue burlona, llena de inercia, de lugares comunes y previsibilidades.
No sé cómo salir de ella, ni cómo salir de vos. Son muchos años y el envión de este matrimonio cansado nos lleva por cualquier lado. A su puro antojo.
Intentamos encontrar sorpresa donde ya por definición jamás la habrá.
Intuyo a tu amante y vos mis deslices de verano. Y de invierno.
Nos miramos en el café. Me tomás la mano casi de un modo maternal.

- Los chicos ya están grandes.

Se te escapa el brillo de lo que seguramente es una lágrima.
Pido la cuenta y extrañamente, como apresurados, empezamos a llenar esta página. Nos metemos en los detalles de cómo será mi futuro departamento de soltero. Me alucina pensar que hemos decidido -de algún modo extraño- no hablar del centro de la cuestión (nuestra separación, te dejo, no me querés más, tomemos un tiempo y tantos etcéteras). No. Hemos empezado en complicidad por los asuntos laterales, por los precios de los alquileres, por la posibilidad de que quizás cada tanto me visites cuando venga alguno de los chicos. Me río. Ya imagino mi querido escritorio -hoy sepultado de libros- lleno de plantas en unos pocos días, para que por fin ganes la pulseada (una más de tantas) y aparezca por fin tu pequeño jardín interno en la casa.

Por un rato hacemos silencio. Creo que muy de a poco me soltás la mano. Evitamos mirarnos.
Suena de fondo un tango, y el tráfico de media mañana.
Y ya no somos.

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