sábado, 6 de febrero de 2016

Pacto

Ya tengo el auto en marcha. Sé que lo voy a ver llegar en medio de la noche, disimulando los pasos y muy presuroso hacia mí. Me ha pagado lo suficiente y es de caballeros cumplir promesas. Intuyo que en medio del tumulto, los flashes y los brindis por tanto homenaje logrará escaparse unos instantes, desaparecer para llegar a la puerta de servicio y poder identificarme.
El alzheimer  ha sido brutal y repentino, pero él ha tenido tiempo de planearlo todo. Serán no menos de un par de horas de agasajos, reseñas del libro y reportajes... Nos reímos juntos hace ya un tiempo por el título "Memorias" durante una noche de whisky y nostalgia, pero ha llegado la hora de la verdad.
No he leído sus libros, la verdad, pero dicen que es bueno. El muy buen pasar le permitió un auto y chofer, y aquí me tiene, esperando por su última jugada. Recuerdo que en los largos viajes para sus conferencias y charlas tímidamente me fue confesando que no recordaba cosas elementales, y muchas veces repetía comentarios y anécdotas hasta el hartazgo. Yo siempre asentía, pero un buen día la cosa no dio para más y empezó el plan. Me pidió que le hiciera una lista de sus familiares, sus amores, sus viajes, sus premios literarios y todo lo que pudiera ayudarle para las memorias. Indagué hasta el cansancio todo lo que pude, incluso varias veces pasando por indiscreto. Su buena pluma y profusa imaginación hicieron el resto: redactó un impresionante volumen de recuerdos personales y anécdotas casi absolutamente proveídos por mí en papelitos durante meses enteros. Incluso creo que sabe que inventé algunas cosas de la nada por pura diversión, y me siguió el juego. Así fue que reconstruimos una vida posible.
Esta noche es la presentación. Se llevó algunas anotaciones en una libretita escondida en el saco para consultarla cada tanto y así evitar malos ratos. Aquella noche de whisky sus indicaciones fueron muy claras: "Me esperás afuera, y si ves que no llego por estar perdido entrás y con cualquier excusa me pedís salir. De un modo u otro quiero que terminemos en el auto y que me lleves lo más lejos que puedas, aunque me niegue, aunque te amenace. Ya casi no seré yo. Sabés que me gusta el mar, los acantilados y eso no se olvida. Un bolso y algo de dinero serán suficientes. Un abrazo al borde de la ruta y nada más. Con los pocos años que me quedan quiero tranquilidad y mucho arrullo de mar, sea quién sea yo a esa altura."
Se acerca ahora una sombra, y creo reconocerlo mientras se me escapa una lágrima.
Parece que sonríe y veo que bajo el brazo me trae un ejemplar de sus memorias.
Todo un detalle.

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