viernes, 22 de mayo de 2015

Fugaz 

Escribo. Mi hija me molesta una y otra vez con distintas novedades infantiles que me interrumpen y me sacan de la trama. Me enojo, pero le digo que en un rato la atiendo. Ella insiste, hace calor y mi paciencia se triza en mil pedazos hasta que escucho su vocecita que dice no papá este libro lo hice yo, no lo compré, entonces me muestra una serie de hojas pegadas y dibujos que, efectivamente, son de su autoría. Dejo por un momento el cuento que escribo y la felicito porque -entre otras cosas- se llevó mi atención con un libro de su absoluta manufactura. Lo hojeo y de a poco advierto que los dibujos y la lógica del libro son bastante interesantes para su edad. Ella ahora hace silencio. Me quedó solo con el libro porque algo la distrajo y se la llevó. Miró casi con desgano las últimas páginas y advierto un dibujo donde aparezco sentado escribiendo y ella al lado, con unos papeles en la mano. En la última hoja, pasa fugaz una estrella amarilla de crayones fuertes mientras ella la mira por la ventana. Me acerco entonces en silencio a su pieza y la veo junto a la ventana, concentrada en la estrella. Alcanza a decirme que pida un deseo, pero apenas la escucho. Sólo me queda espacio en la mente para comprender que en adelante debería prestar más atención cuando viene con alguna novedad.

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